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Experto revela cómo la propaganda comunista también llegó a los medios de comunicación alemanes

7 de abril de 2025

Probablemente todos hayamos visto alguna vez en alguna ciudad un cartel de Shen Yun o un breve clip publicitario en YouTube, Facebook o X. Una colorida y animada representación con bailarinas que parecen flotar sobre el escenario y dan vida a leyendas ancestrales a través de la danza, todo bajo el lema: «China antes del comunismo». Sin embargo, últimamente se oyen críticas en algunos medios de comunicación sobre el espectáculo de danza estadounidense.

Para llegar al fondo de la cuestión, el redactor jefe y consejero delegado de Epoch Times Alemania, Alexander Zwieschowski, habló en exclusiva con un miembro de Shen Yun, un alemán que lleva años acompañando al grupo de danza como presentador en la gira. Peter Recknagel, que creció como deportista de competición en la RDA, también conoce los sutiles métodos de la propaganda y la opresión.

Entrevista exclusiva a un experto en Shen Yun

X ha eliminado recientemente miles de cuentas falsas que habían difundido masivamente un artículo difamatorio del New York Times que apoya la propaganda del Partido Comunista Chino, que a su vez utiliza el régimen para perseguir a millones de personas, hasta el día de hoy. Este artículo concreto ataca al conjunto de artistas de Shen Yun Performing Arts, cuyos miembros pertenecen precisamente a este grupo perseguido. Lo más aterrador de todo es que incluso los medios de comunicación alemanes —incluida la radiotelevisión pública— han adoptado recientemente sin comprobar ni cuestionar la narrativa difamatoria del New York Times.

En los últimos ocho meses, el New York Times ha publicado diez artículos atacando al conjunto de artistas de Shen Yun. Tú trabajas en Shen Yun: ¿cómo has vivido todo esto y qué crees que hay detrás de estos ataques?

Siempre hemos tenido altercados desde que existe Shen Yun. A veces se han dañado camiones, se han roto ventanas y a veces se han rajado los neumáticos de los autobuses. Se ha contactado con los teatros para cancelar nuestros espectáculos. Siempre ha habido algún tipo de perturbación a lo largo de todos estos años, también en Alemania. Últimamente, el partido en China está utilizando los medios de comunicación como un medio para fabricar una opinión negativa sobre Shen Yun, como en el New York Times.

¿Sospechas que el Partido Comunista de China está detrás de estos ataques del New York Times?

Por supuesto, el Partido Comunista Chino está detrás de este tipo de artículos, directa e indirectamente. Esto también es muy fácil de explicar. Los chinos saben desde hace muchos años que si quieren tener influencia en Estados Unidos, no pueden lanzar un periódico popular de Pekín al mercado y escribir en él que los tibetanos son una tontería, que los uigures no son más que terroristas, que Taiwán es un país renegado y todo eso. Nadie se lo creería.

Ya a principios de los 90 se empezó a analizar con precisión: ¿dónde están los portavoces más influyentes de Estados Unidos? Y luego se fueron infiltrando poco a poco.

La sede del New York Times en Nueva York. Foto: Samira Bouaou/Epoch Times

Hoy queremos hablar concretamente de las acusaciones que se han vertido contra Shen Yun en el New York Times: malas condiciones de trabajo y menores con largas jornadas laborales. Tú estás de gira con Shen Yun. ¿Cómo lo vives?

Llevo más de 17 años viajando con el grupo. Soy sinólogo y entiendo la cultura china. Me contactaron por mis conocimientos de chino. En aquel entonces Shen Yun necesitaba un presentador local que también hablara un alemán fluido. Una, dos, tres veces. Y seguí. Ahora toda mi familia está en Shen Yun. Lo veo en mi hijo, que ahora cumple 19 años y lleva dos años en Shen Yun. Ya saben, quieren ser buenos músicos, quieren ser buenos bailarines. Pero también se preocupan mucho por los estudiantes.

Y cuando aquí se señala que algo no está bien, necesariamente debe haber una intención detrás: la de presentarles bajo una luz desfavorable. Está claro que no puede ser de otro modo.

Ahora hablemos de nuevo concretamente de los horarios de trabajo, también de los menores. Tu hijo tenía 17 años cuando empezó, es decir, era menor de edad. ¿Cómo es su rutina diaria?

Por supuesto, he hablado mucho con él. ¿Quieres saber qué pasa todos los días? Es músico. Es un poco diferente a los bailarines. Los músicos empiezan el día un poco más tarde, sobre las ocho o las nueve, y se les ve llegar poco a poco a la escuela. Luego empieza la parte académica. Debe cumplir con las normas de una escuela secundaria y preparatoria de Nueva York. Shen Yun está certificado por el estado de Nueva York. Hay que cumplir con el programa de estudios. La parte académica dura hasta el mediodía aproximadamente. Por la tarde empiezan los ensayos, individuales o en pequeños conjuntos, eso lo deciden los profesores. Después de cenar, ves a los chicos en la mesa de billar o jugando al ping-pong. También hay dos cines.

Cuando hablo por teléfono con mi hijo después de cenar —estoy casado con una mujer china, por lo que la educación musical es intensa—, le pregunto: «¿Qué estás haciendo ahora?». Entonces él me responde: «Estoy practicando». No porque yo se lo diga, no porque su madre se lo diga, sino porque él mismo lo quiere. Cuando está de gira durante medio año y toca música ante 100 000 personas, quiere ser un gran músico por iniciativa propia.

Es un centro de alto rendimiento para la danza y la música. Son auténticos deportistas de élite. Yo mismo lo viví cuando era joven. En aquel entonces, todo el mundo quería ir a las KJS, las escuelas deportivas para niños y jóvenes. Había dos razones: te daban unas zapatillas decentes de Adidas y podías viajar por el mundo. Sí, así era en la RDA. Por supuesto, todo el mundo quería ir a las KJS y para ello se entrenaba mucho, todos los días si era necesario. Y lo mismo ocurre con Shen Yun.

Mi hijo, por ejemplo, tiene un móvil del colegio con el que pueden comunicarse entre ellos. Puede llamarme cuando quiera, pero no tiene YouTube, ni TikTok, ni Twitter, ni Facebook. Todas esas cosas que no me gustaría darle a mi hijo de todos modos, no existen allí. Pero cuando hablas con los niños por teléfono o cuando los ves en persona, se les ve totalmente felices. Y eso es en realidad lo que más me entusiasma de allí. Es un entorno en el que todos se motivan mutuamente. Todos quieren rendir al máximo. Para ello hay que practicar mucho. Y eso me parece bien.

Bailarinas de Shen Yun ensayan una rutina de danza clásica china en la sede de Shen Yun en el condado de Orange, Nueva York. Foto: Cortesía de Shen Yun Performing Arts

Hay algunos exartistas que han criticado al New York Times. También hubo un artista que habló tanto con el New York Times como con Epoch Times. Dijo que tenía la impresión de que el New York Times estaba predispuesto y solo quería proyectar una imagen determinada, y que incluso la había presentado de forma muy distorsionada. Cuando te escucho a ti, suena diferente a lo que leí en el New York Times. ¿Cómo afrontáis en el conjunto los ataques del New York Times?

Hay que tener cierta autodisciplina. En el caso de los bailarines, es la parte deportiva. Cuando ves a los bailarines en el escenario, sabes el entrenamiento que hacen. Hay un proverbio chino que dice: «Si quieres ser bueno en el escenario durante cinco minutos, tienes que practicar diez años fuera del escenario». Las exigencias de Shen Yun para los músicos y los bailarines son muy, muy altas. Lo mismo ocurre en el deporte de competición. Si no puedes soportar el entrenamiento o si te lesionas de vez en cuando, algunos vuelven, otros dicen: «No, se acabó». Como en una escuela de ballet de nivel mundial o en una orquesta filarmónica, hay que practicar mucho para ser bueno. Y no todos aguantan. Es normal.

Y la gente que deja Shen Yun… En Shen Yun hay muchísimos jóvenes chinos cuyos padres y familiares están en China. Cuando el partido en China se dirige a ellos y les dice: «Escucha. Te decimos lo que tienes que decir. De lo contrario, tu padre no tendrá trabajo, tu madre no tendrá trabajo, la abuela no recibirá pensión y el niño será expulsado de la guardería». ¿Qué crees que dirán ante la cámara? No es como aquí, donde la ley te protege en cierto modo. Muchos artistas de Shen Yun tienen familia en China y, por lo tanto, son susceptibles de ser chantajeados.

Shen Yun es un espectáculo de danza y música. Pero en los ataques no hubo ningún experto que criticara nada. En realidad, solo se politizó. ¿Cómo se explica eso?

Muchos de los artistas de Shen Yun practican Falun Gong. Es una comunidad de personas que meditan juntas. Se parece al Tai Chi, se parece al yoga. A 100 metros de distancia no se puede distinguir. Y el Partido persigue a Falun Gong con saña desde hace 25 años. Si no lo has visto con tus propios ojos o no has oído cómo es eso, no te lo puedes ni imaginar. Los chicos que están metiendo a Shen Yun en este lío aquí en la ZDF tampoco han oído gritar a nadie. Tampoco han visto esas familias destrozadas. Se burlan de estas cosas. Y eso ya es una vergüenza en sí mismo.

Cuando el partido persigue a Falun Gong —y sabe que muchos de los artistas de Shen Yun son seguidores de Falun Gong,  se inventan cualquier cosa para crear una imagen pública: «Manteneos alejados de ellos. Ni siquiera preguntéis ni miréis lo que está pasando. Ya os diremos nosotros lo que es».

A principios de 2001 en China, [el partido] reunió a personas que se prendieron fuego en la Plaza de Tiananmen, que realmente se prendieron fuego. Y más tarde en el hospital, pusieron el micrófono junto a la cama y la gente tenía que decir: «Sí, soy Falun Gong. Por supuesto que me he quemado y por ello quiero ir al cielo». Le dicen a la gente lo que tiene que decir ante la cámara. El partido es conocido por esto: en formar la opinión a la manera comunista.

Acabas de decir que los chicos que hacen esto en la televisión nunca han oído gritar a nadie. No han vivido la persecución. Tú mismo viajaste a China en 2001 y te manifestaste contra la persecución de Falun Gong en la Plaza de Tiananmen. Te detuvieron. ¿Qué viviste allí?

En aquel entonces estudiaba sinología y conocí a personas que tenían problemas en China por su fe. No se trataba solo de Falun Gong. Los uigures son perseguidos masivamente, los cristianos son perseguidos, las iglesias, las cruces son derribadas, que sé yo. La gente va a campos de trabajo. He conocido a mucha gente que tenía problemas con el Estado. Uno de ellos había apoyado a los estudiantes el 4 de junio de 1989 [masacre de Tiananmen]. Estuvo encerrado en un manicomio en China durante 13 años. Fui su intérprete en Alemania cuando salió. Hablé mucho con él. Era cristiano.

Cuando yo mismo estuve en Pekín con otros jóvenes de Alemania, creo que éramos de doce países, nos reunimos en la Plaza de Tiananmen. Habíamos desplegado una pancarta con tres caracteres chinos: Zhen, Shan, Ren (verdad, benevolencia, tolerancia), que es lo que se practica en Falun Gong… Entonces nos pisotearon en la Plaza de Tiananmen, nos llevaron a la comisaría, nos encerraron en el sótano, más de treinta en una celda.

Una foto que se le escapó a los servicios secretos chinos. El 20 de noviembre de 2001, 36 practicantes de Falun Gong de diferentes países occidentales se manifestaron en la Plaza de Tiananmen de Pekín. Entre ellos se encontraba Peter Recknagel (en la fila de delante, con la bandera alemana). Foto: Faluninfo.de

Y luego oí cómo gritaban las mujeres. No querrías oír eso. Vi cómo era cuando alguien con la cara ensangrentada pasaba corriendo junto a ti porque acababa de chocar con unos policías. Pensaban: «¿Falun Gong? ¡Dale!» Ninguno de los chicos [de la televisión alemana] vio eso.

Una vez cuidé de una niña que no tenía ni dos años. Su madre habló en conferencias de prensa porque el padre de la niña fue asesinado en Pekín cuando entregó una petición. La niña ahora tiene 20 años. Todos estos son destinos muy brutales que no deberían ser ridiculizados. Deberíamos mirar con lupa lo que está sucediendo.

Este año ha habido varias amenazas de bomba durante la gira, tanto en teatros alemanes como internacionales. Aunque eran amenazas de bomba falsas, se trataba de alarmismo… ¿Cómo se enfrenta uno a esto como artista?

Este año empezó en Viena. Se enviaron correos electrónicos a la dirección del teatro que decían: «Si abrís las puertas para Shen Yun, volaremos la sala por los aires, incluyendo a todas las personas que estén dentro». La dirección del remitente era china. Cuando alguien, en Austria, en Alemania, en cualquier lugar de los Estados Unidos, dice: «Si abrís las puertas, volaré la sala por los aires». A eso se le llama terrorismo, ya no es una broma. También hay que tener claro por qué sucede esto. Al principio intentaron hablar con los teatros, pero una delegación china dijo: «No firméis ningún contrato con Shen Yun». Eso no funcionó.

Ahora utilizan los medios de comunicación —el New York Times y algunos medios alemanes— para meternos en cintura y decir: «Oh, mejor no». Eso tampoco funcionó. Las entradas están agotadas. Vale, siguiente paso: ahora los teatros han firmado, la gente ha comprado la entrada. «¿Qué más podemos hacer para perturbar este evento?» Y entonces dicen: «Vale, volamos el local». Es una reacción en cadena de acciones y, por supuesto, el partido está detrás e intenta seguir perturbando el evento.

Los artistas… Las amenazas de bomba… ¿A quién le gusta eso? Nosotros nos lo tomamos en serio y espero de verdad que nuestro servicio de protección constitucional, nuestras autoridades en Alemania, se lo tomen igual de en serio y vayan a Pekín, llamen a la puerta y digan: «Aquí hay una línea roja».

Jane Dai con su hija Fadu: en la foto de familia aparece el padre de Fadu, Chen Chengyong. Fue torturado hasta la muerte en el año 2001 por practicar Falun Gong. Foto: Mimi Li/Epoch Times

¿Ha conseguido algo el Partido Comunista con esto, habéis quebrado vuestra voluntad?

Cuando uno hace el espectáculo —ya sea concentrándose como presentador en ofrecer una moderación agradable para el público, o siendo uno de los bailarines que intentan crear la expresión más hermosa posible, o los músicos que hacen magia con sus instrumentos-, sí uno tiene en el fondo de la mente que hay unos cuantos comunistas que quieren volar el edificio mientras hacemos nuestro show… Claro que eso está presente, en la cabeza, en el corazón, en algún lugar. Desde 2006, desde hace 18 años, vivimos con este terror. Por eso se vigilan los camiones, se vigilan los autobuses, se vigilan los hoteles. Porque no se detienen ante nada.

En Nueva York me contó un amigo: los artistas de Shen Yun reciben correos electrónicos con amenazas de secuestro de niños —niños menores de diez años—. «Vamos a secuestrar a vuestros hijos y los vamos a lanzar desde un rascacielos». Cosas así, una tras otra. ¿Cómo van a poder esos padres ofrecer un espectáculo concentrado si reciben mensajes como ese? Para el Partido Comunista, una vida humana no vale nada. Lo único que importa es que el Partido esté bien. Así era también en nuestra época en el Este.

Cuando uno se pone a pensar en el hecho de que ahora un grupo artístico, con bailarines y músicos, está siendo perseguido políticamente de manera muy evidente y sin que se cuestione -ni siquiera por los grandes medios- entonces, qué dimensión tiene realmente esta persecución política?

En la historia del teatro, siempre se han llevado a escena temas políticamente sensibles. Cuando estuvimos en Duisburgo, frente al hotel estaba el teatro, y en la parte superior había una cita de Schiller: «Con todas sus profundidades, sus alturas, te despliego la vida ante tus ojos. Y cuando hayas visto el gran juego del mundo, regresarás más rico a ti mismo». Es una cita súper famosa de Schiller que significa: «al teatro debe llevarse la belleza del mundo pero también hay que mostrar los abismos». Cuando mostramos la persecución a Falun Gong en el escenario, eso es algo muy, muy importante para el teatro en sí. Por supuesto, al partido le molesta que se le desenmascare, ante tanta audiencia.

Shen Yun Performing Arts actúa el 1 de marzo de 2025 en el Kennedy Center Opera House de Washington D. C. Foto: Lisa Fan/Epoch Times

Antes hablábamos del New York Times. Ahora los medios de comunicación alemanes también se han subido al carro. El programa Magazin Royale de la cadena ZDF, con Jan Böhmermann, ha emitido un programa muy incalificable: completamente parcial y repitiendo sin cuestionar la narrativa del New York Times. Si echas un vistazo a este panorama mediático, con tus experiencias en China y lo que realmente está pasando allí, ¿cómo valoras esta evolución?

A veces pienso: «¿Habría sido posible una cobertura de este tipo hace 20 ó 40 años?». Quizá no. Vivimos en una época muy especial. Los chinos hace tiempo que se dieron cuenta de que tienen que utilizar las voces occidentales para crear opiniones occidentales. Tiene que ser un medio de comunicación respetado el que cuente algo para que la gente se lo crea. Y los comunistas llevan décadas poniendo a su gente en todas partes de forma sistemática. Cuando hablo con mi círculo de amigos, me dicen claramente: «¿Crees que me lo creo? ¡Por supuesto que no!». Pero se dice.

Volviendo a esos miles de cuentas falsas que ahora han sido eliminadas en X: compartieron más de 28 000 veces la edición en chino del New York Times con un artículo que atacaba a Shen Yun. Ese artículo se convirtió en el más compartido del New York Times en todo un año. Y luego ves a Jan Böhmermann en la televisión alemana, repitiendo exactamente el mismo patrón. Unos días después, ves a Böhmermann en un video de opinión sobre las próximas elecciones federales en Alemania, publicado por el New York Times.

Sí, todo eso está planeado con sumo cuidado. Cuando artículos que agradan al Partido Comunista Chino tienen una gran acogida en Occidente —por supuesto que eso los alegra—, es porque así fue planeado. Como dije, Wang Huning [jefe ideólogo del Partido Comunista Chino] lo dijo él mismo, en esencia: «Tenemos que vencer a Estados Unidos con Estados Unidos. No podemos atacarlo directamente. Somos demasiado débiles. No tenemos los medios para causarle verdaderos problemas».

Lo proyectamos aquí: tomamos a Alemania para acabar con Alemania. Claramente. Es decir, el partido chino lo ha entendido. Necesitamos a los medios públicos. Necesitamos algunos periódicos. Necesitamos algo para formar opiniones, que supuestamente provienen incluso de alemanes. No sé si el colega, con su programa satírico, se seguirá sintiendo realmente cómodo en su propia piel unas semanas más tarde, cuando vea las cosas con más perspectiva, por lo que ha hecho.

La redacción de Böhmermann hizo preguntas a The Epoch Times, socio mediático de Shen Yun. Habíamos refutado por completo las numerosas acusaciones y ofrecido otro punto de vista. Sin embargo, esto fue ignorado al 100 %. – Volvamos a la crítica, también de Böhmermann. Ha calificado a Falun Gong de secta, de secta psicológica. ¿Qué dices a estas acusaciones?

Te pregunto: «¿Qué alemán se sentiría cómodo si lo llamaran miembro de una secta?». No importa lo correcto que sea este término: es una escisión de alguna otra rama religiosa. Se puede justificar todo muy bien. Tienen una ideología… ¿Cuál es la ideología de Falun Gong? Sé honesto, sé bondadoso, sé tolerante. Claro que es una ideología, pero es la pura fe budista: amor al prójimo. Por supuesto que es una ideología.

Si alguien se pone a rebuscar en los estatutos, puede decir: «Sois una secta psicótica». Claro que puede decirlo. ¿Y qué pasa con el yoga? El yoga es una antigua escisión del budismo indio. Bien, el yoga tiene sus ejercicios, con los que me siento cómodo. Y el yoga tiene su teoría. Esto significa que cualquier club de yoga en Alemania puede ser calificado de secta psicótica. ¿Quién se siente cómodo con eso? Nadie. El único que se siente cómodo es un partido comunista chino con un par de trompetas en el extranjero que dicen: «No pueden evitarlo. Podemos llamarlos así».

Y cualquiera que escuche en la televisión pública que se puede llamar a Falun Gong una secta psicótica, cualquier ciudadano alemán medio, al que yo también me siento perteneciente, diría: «Algo no debe de estar bien». No se plantean la idea de que quizá sea solo una cuestión de definición. Dicen: «Una secta psicótica. Mantengamos las distancias». Y eso es exactamente lo que quiere el partido: «No miréis, mantened las distancias y no os preguntéis nada».

Un poco de información sobre el fallo de Leipzig al que Böhmermann se refirió en su programa: Sí, es legítimo calificar a Falun Gong de secta psicótica. Sin embargo, un periodista serio y profesional explicaría que el tribunal se limitó a declarar que se trataba de una expresión de opinión admisible. Y el tribunal justificó el uso del término «psicópata», que provoca tanta incomodidad, alegando que los ejercicios de qigong y la meditación son beneficiosos para el bienestar psicológico.

Así, esta derivación de la «psique» se añadió a la explicación religiosa de «secta». Pero si esto se hace de forma llamativa en un programa de la radiotelevisión pública, entonces, por supuesto, no es serio, sino que sirve para difamar de forma deliberada.

Otra crítica de Böhmermann: dice que Falun Gong defiende puntos de vista racistas y es homófobo. ¿Qué hay de cierto en esto?

La teoría básica del Falun Gong es un camino budista. También tiene elementos taoístas. El primer signo que aparece en todos los carteles del Falun Gong es: Verdad – «Zhen» en chino. Sé honesto – esa es la dirección taoísta. El segundo signo significa: bondad, misericordia, «Shan» en chino. Significa: amor al prójimo, sé una buena persona. «Ren», el tercer signo significa: no devolver el golpe, no regañar, sino intentar traer la calma. Esto no tiene nada que ver con una raza. Falun Gong se practica en todo el mundo.

Falun Gong es una práctica totalmente abierta: sin registro, sin inscripción, sin baja. Cualquiera puede venir y marcharse. El fundador de Falun Gong, el maestro Li Hongzhi, ha subrayado en varias ocasiones [en el sentido de]: «No importa lo que seas, puedes empezar con Falun Gong en cualquier momento y decidir por ti mismo cómo continuar, si continuar o dejarlo». Si alguien lee tranquilamente el libro Zhuan Falun, y hace estos ejercicios, se nota que le sienta bien al cuerpo. Y si uno quiere seguir desarrollándose con ello, es cosa de cada uno. Si voy a un club de yoga y cuánto tiempo me quedo allí o si hago tai chi. En principio, todo es muy, muy similar. Y el Falun Gong es uno de ellos.

La diferencia de por qué Falun Gong es un tema tan importante también para el PCCh es que hay muchísimos practicantes. Había 100 millones de personas en China que practicaban Falun Gong, más que miembros del partido que tiene el régimen. Se sentían amenazados existencialmente por una meditación budista tradicional. Habían intentado durante 40 años eliminar la tradición en China.

Racismo… Todos tenemos amigos en todo el mundo. Yo tengo amigos en todo el mundo. Y en el grupo de baile de Shen Yun también están todos. Llevo 20 años felizmente casado con una mujer china. Tenemos dos hijos maravillosos. No sé dónde encajar ahora en la categoría de racista.

¿Y la acusación homófoba? ¿Qué dices al respecto?

En el caso de Falun Gong, no imponemos a nadie ninguna norma sobre cómo debe organizar su vida. Hay un tema central, que se puede leer en Zhuan Falun. Por supuesto, se sugiere vivir de forma heterosexual. Hay un hombre, hay una mujer, hay una familia y esa es la base. Somos un camino budista. Practicamos la tradición china. Para los taoístas, el equilibrio del cuerpo humano es un tema muy importante: el yin y el yang. Es decir, que sea heterosexual o no, que sea lo que sea, puede hacer lo que quiera. Como Falun Gong, no nos preocupamos por eso.

El Falun Gong se practica en parques y plazas públicas de más de 100 países de todo el mundo. Foto: Centro de Información Falun Dafa/Faluninfo.de

Para terminar: ¿cómo ves el futuro de Shen Yun, la persecución a Falun Gong? ¿Quizás también tus deseos personales para el futuro? ¿O hay alguna palabra final que quieras dirigir a nuestro público?

Esta persecución de Falun Gong está ocurriendo hoy, 14 de marzo de 2025: la gente sufre, la gente es torturada, la gente es «reeducada». Pero estoy bastante seguro de que el Partido Comunista de China está en su fase final. Desaparecerá del escenario mundial, tal vez en los próximos cinco años. Las luchas de poder en China son tan fuertes que se destruirán a sí mismas.

Y cuando el Partido Comunista Chino desaparezca, también desaparecerá la persecución a Falun Gong, a los uigures, a los cristianos y a los demócratas. Creo que [el partido] desaparecerá. Y esa es la gran esperanza para China: que pueda volver a sus valores originales, lo que se conoce como el alma de una cultura. Es el corazón de un país. Si se destruye la cultura, desaparece el alma. Si el alma se va, se va todo el cuerpo. Lo que Shen Yun está haciendo ahora es revivir la auténtica cultura china. Esto se hará más grande y se continuará más adelante, para un futuro soleado y brillante. Y personalmente, lo que más espero: cuando Shen Yun suba al escenario en China, quiero ser el presentador [ríe].

¡Muchas gracias por la entrevista!

La entrevista fue realizada por Alexander Zwieschowski.

Artículo publicado originalmente en The Epoch Times Alemania con el título «Exklusivinterview: Insider enthüllt, wie kommunistische Propaganda auch in deutsche Medien gelangt»

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