Cuando en marzo de 2020 el mundo se sumió en la crisis del coronavirus, no solo se desplomaron los mercados bursátiles mundiales, sino que muchos inversores también sufrieron una caída interior. El DAX perdió casi un 40 % de su valor en pocos días y, en muy poco tiempo, parecía no valer casi nada. El economista Helge Karlowsky, un inversor privado de Rostock, recuerda perfectamente aquellas semanas: «No podía dormir por las noches. Me pasaba horas delante de la pantalla, mirando las cifras en rojo. Sentía como si me estuvieran quitando el suelo bajo los pies».
La historia de Karlowsky es un ejemplo de lo que muchas personas viven en tiempos de crisis económica: una montaña rusa emocional entre el miedo, la esperanza, el pánico y la negación. Ahora, los mercados bursátiles están experimentando una venta masiva histórica, con caídas de precios que no se veían desde la pandemia del coronavirus. El DAX se ha desplomado en algunos casos más de un 10 %.
Desde el paquete de aranceles de Trump, el ánimo respecto a las perspectivas de la economía mundial se ha deteriorado enormemente. En el debate público se suele subestimar la carga psicológica que suponen las fuertes caídas de las cotizaciones. Sin embargo, precisamente este componente emocional tiene enormes repercusiones, tanto en el bienestar individual como en el comportamiento económico.
Repercusiones psicológicas de las caídas bursátiles
Los estudios científicos demuestran desde hace tiempo que la incertidumbre económica está estrechamente relacionada con los problemas psicológicos.
El sociólogo estadounidense especializado en salud M. Harvey Brenner investigó en la década de 1970 la relación entre las fluctuaciones económicas y la salud mental, y encontró un claro aumento de la depresión y los suicidios en épocas de dificultades económicas. Al combinar amplios datos económicos e institucionales del estado de Nueva York para el período comprendido entre 1841 y 1967, Brenner llegó a la conclusión de que la inestabilidad de la economía era la principal causa de las fluctuaciones en los ingresos en clínicas psiquiátricas o en las tasas de hospitalización.
Investigaciones más recientes, como las realizadas durante la crisis financiera de 2008, confirman esta relación. Un equipo de investigación dirigido por Shu-Sen Chang, de la Universidad de Hong Kong, analizó datos sobre las tasas de suicidio de 54 países y la revista British Medical Journal informó de que el número de suicidios había aumentado significativamente tras el inicio de la crisis financiera mundial en 2008.
¿Por qué las caídas de la bolsa tienen un efecto tan devastador en la psique?
A menudo no es solo la pérdida material lo que afecta a muchas personas, sino la sensación de pérdida de control. Cuando los patrones familiares se rompen y, de repente, nada parece calculable, las personas se tambalean. En las bolsas se producen fluctuaciones extremas que pueden convertir la esperanza en codicia y, al mismo tiempo, alimentar el miedo a perderlo todo. Existe el peligro de dejarse llevar por un torbellino de emociones en las volátiles bolsas.
Los más débiles son los primeros en sufrir las consecuencias
Las repercusiones de las crisis en la prosperidad afectan especialmente a los inversores con poca experiencia o dinero, o a aquellos que tienen mucho dinero en juego: quienes, por ejemplo, operan a diario en bolsa y hacen malabarismos con las fluctuaciones de los precios, suelen sufrir en tiempos de crisis un terremoto emocional constante. A esto se suma la influencia de los medios de comunicación y las redes sociales, que en tiempos de crisis suelen contribuir más al pánico que a la orientación.
Los titulares dramáticos, las previsiones especulativas y las actualizaciones constantes provocan una auténtica avalancha de información, que rara vez es útil, pero a menudo resulta desestabilizadora. La espiral psicológica descendente se ve agravada por las comparaciones sociales: quien ve que otros parecen superar mejor la crisis, rápidamente se siente un perdedor.
Desde el punto de vista psicológico, muchos inversores caen en una reacción clásica ante el estrés: huida o ataque, o incluso parálisis decisoria.
El coach de trading Roland Ullrich habla de una trampa del miedo en el trading, mientras que el experto bursátil y autor describe este estado como una especie de cortocircuito emocional en el que las estrategias racionales se sustituyen por reacciones impulsivas. Es precisamente en estos momentos cuando entran en juego fenómenos psicológicos como la denominada aversión a la pérdida: las pérdidas duelen el doble que las ganancias de igual cuantía.
«A pesar de saberlo, muchos inversores toman decisiones irracionales, no por estupidez, sino porque los patrones de pensamiento y comportamiento arraigados en la evolución chocan con la compleja realidad de los mercados financieros», explica Ullrich a Epoch Times.
«Nuestro cerebro no está diseñado para la incertidumbre y la imprevisibilidad totales de los mercados, sino para relaciones claras de causa y efecto». Sin embargo, en la bolsa no existen las leyes que el ser humano conoce en la naturaleza. «Inconscientemente buscamos apoyo, orientación y control, algo que en la bolsa es una ilusión». Para Ullrich, el mayor enemigo del inversor no es el mercado, sino él mismo: los impulsos emocionales, como el miedo a las pérdidas o la codicia por obtener ganancias rápidas, sabotean las decisiones racionales.
Mantener la calma entre el miedo y la codicia
En sus comentarios sobre el mercado, el analista y empresario del mundo financiero Philipp Hopf hace referencia regularmente a la escala «Fear and Greed», un modelo que intenta medir el estado de ánimo emocional de los mercados. Se trata de una especie de indicador del estado de ánimo que mide el nivel de miedo o codicia actual de los inversores e intenta traducirlo en una escala del cero al cien. Una recomendación: pensar de forma anticíclica. Es decir, comprar cuando todos venden. En teoría, suena fácil, pero en la práctica requiere fuerza mental, disciplina y una cierta distancia emocional. Sin embargo, tanto si se trata de ciudadanos de a pie afectados por una crisis y sus consecuencias, como de inversores en acciones o traders activos, a los que se refieren principalmente expertos como Hopf o Ullrich, los principios psicológicos son los mismos.
Maximilian Kupfer, actor, empresario e inversor privado de Würzburg, lleva años invirtiendo. Acciones, criptomonedas, oro… Ha acumulado experiencia en todos los ámbitos y ha vivido muchas montañas rusas emocionales. Y ha sacado sus propias conclusiones, como cuenta en una entrevista con Epoch Times: «Lo peor, creo, es que empiezas a vender constantemente en números rojos porque temes que la situación empeore. Así, la mayoría de la gente pierde porque tiene mucho miedo y, por así decirlo, le da la espalda a aquello en lo que quería confiar su codicia». Su consejo, basado en su propia experiencia: «Compra cuando todos gritan que hay que vender. Es decir, compra siempre que esté en rojo. Evita los números verdes hasta el momento en que empieces a vender tu cartera. Y no dejes que las emociones influyan».
Según Kupfer, el rojo es entendido por las personas como una señal de advertencia, inculcada por la sociedad. Él se ha desacostumbrado a ello y no ve el rojo como una señal de parada, sino como una señal de compra. «Mi consejo es no ver el rojo como un peligro».
Para el coach Roland Ullrich, el trading es sobre todo un desarrollo de la personalidad, y para él está claro: «Quien quiera mantenerse a largo plazo en la bolsa, debe aprender a actuar en contra de su propia naturaleza, con disciplina, pensamiento procesal y un conjunto de reglas claras».
Para el autor del libro «Trading-Psychologie für dummies» (Psicología del trading para principiantes), la solución está en la autorregulación emocional: los traders e inversores de éxito desarrollan rutinas que fomentan la estabilidad mental y actúan siguiendo unas reglas, independientemente de las opiniones o predicciones. Piensan en probabilidades y controlan lo único que se puede controlar: su propio comportamiento.
Pensar a prueba de crisis: cómo la educación financiera protege contra decisiones emocionales erróneas
Ya sea un inversor privado o alguien que se gana la vida como operador bursátil, ¿cómo puede uno armarse contra las trampas psicológicas de una caída de la bolsa?
En primer lugar, ayuda tener un plan claro. Quienes no desarrollan su estrategia de inversión de forma espontánea, sino que la conciben con visión de futuro, se ven menos afectados por las crisis. El uso consciente de la información, por ejemplo, mediante una «dieta informativa» específica, también puede ayudar a mantener la cabeza fría. No todas las notificaciones son relevantes, ni todos los análisis están bien fundamentados. No todas las fluctuaciones merecen quitarte el sueño.
A largo plazo, es sobre todo la resiliencia personal la que determina la capacidad de una persona para hacer frente a las turbulencias económicas. Y eso incluye el conocimiento. Estudios como el de la OCDE de 2023, en el que se evaluaron los conocimientos financieros de personas de 39 países, muestran que una comprensión sólida de los conceptos financieros puede ayudar a evaluar mejor los riesgos y a tomar decisiones informadas.
Quienes conocen la historia de la bolsa saben también que, hasta ahora, cada crisis no solo ha sido una amenaza, sino también una oportunidad. En retrospectiva, también se observa que los mercados se recuperan. Quienes invierten con la cabeza fría y no actúan por miedo suelen tener mejores perspectivas a largo plazo. Sin embargo, mantener la cabeza fría cuando la economía mundial se tambalea es más fácil de decir que de hacer. Por eso, además de cifras y estrategias, se necesita sobre todo una cosa: ser conscientes de que la economía es siempre también psicología, y que nuestro bienestar puede estar estrechamente ligado a las subidas y bajadas de las cotizaciones.
André Kostolany, gurú de la bolsa fallecido en 1999, además de numerosas frases ingeniosas y comentarios sobre cómo lidiar con la inquietud provocada por los movimientos a corto plazo del mercado, tenía un consejo que se hizo famoso: «Vaya a la bolsa e invierta su dinero en acciones. Luego compre una gran dosis de pastillas para dormir en la farmacia. Al cabo de cuatro años, se despertará siendo un hombre rico».
Artículo publicado originalmente en The Epoch Times Alemania con el título «Börsencrash und Inflation belasten die Gesundheit – so bewahren Sie einen kühlen Kopf»
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